domingo, 14 de noviembre de 2010

El sueño se convirtió en pesadilla


Yas Marina proclamó a Sebastián Vettel como el campeón del mundo, el más joven de la historia, por delante de Fernando Alonso y Mark Webber en un gran premio donde todo salió al revés

El circuito más moderno del mundo acogía la última prueba del mundo donde cuatro pilotos se jugaban el ser campeones del mundo. El optimismo de la clasificación se transformó nada más apagarse el semáforo en incertidumbre, ya que Hamilton no adelantó a Vettel pero Button si hizo lo propio con Alonso. Resultado de esto fue que el asturiano seguía siendo campeón del mundo, pero mientras las opciones de Webber se reducían al mantener la quinta plaza se agrandaban las posibilidades de Vettel porque si algún piloto adelantaba a Alonso, el alemán sería campeón.
Ni terminada la primera vuelta un trompo de Shumacher le dejaba el coche cruzado y Liuizzi sin tiempo para reaccionar terminó encima del Mercedes: Saftey Car durante 5 vueltas y algunos coches del pelotón trasero que empezaban a entrar a boxes para luego no parar más durante la carrera.
En la reanudación Vettel comenzó a volar y a distanciarse de Hamilton, con Alonso apretando para intentarse acercarse a Button y distanciarse de Webber. Pero de forma imprevisible este anuncio por radio que sus ruedas traseras se desgastaban, a lo que el equipo respondió de forma inmediata la orden de entrar a boxes. El australiano reanudó la vuelta al asfalto en la zona trasera de la carrera y con mucho tráfico por delante, pero ahora era Alonso el que debía decidir si entrar para con el fin de situarse cerca del australiano o si mantenerse en pista para mirar más a largo plazo y tener controlado a Vettel. Tras entrar Massa primero, la no mejoría en los tiempos de Alonso apoyó la decisión de entrar para fijar a Webber como objetivo principal, aunque el tiempo definiría esta opción como principio de la pesadilla final.
Y esa pesadilla iba a tener nombre propio: Vitali Petrov. El piloto ruso, sin cometer ni un error, se convirtió en horizonte hasta el final de la carrera del asturiano y la velocidad de su Renault en un arma insuperable para el F-10. La recta de atrás de Yas María era el punto más claro de adelantamiento, pero en estos momentos ante la increíble velocidad del Renault, se convertía en el más complicado, lo que obligaba a Alonso a sacarse algo de la chistera en el resto del circuito. Por delante tras las paradas, Vettel era líder, Hamilton segundo tras sufrir un calvario con Kubica parecido el de Alonso y Button (que aguantó la parada hasta a tercera parte de la carrera) se situaba tercero. Alonso y su F-10 eran séptimos tras las dos balas amarillas de Kubica y Petrov, y le hacía falta adelantar a ambos y a un sorprendente Nico Rosberg (que cambio ruedas durante el Saftey) que ocupaba la cuarta plaza. Misión imposible para Alonso, ya que la magia para hacerla necesita una buena varita y este año la varita que Ferrari ha preparado para el mago asturiano ha sido más bien regular. Porque hay que ser realista: si Alonso ha llegado a poder disputar el último gran premio con opciones de ser campeón ha sido por su constancia, por su calidad y por los fallos de Red-Bull. La fiabilidad y el menor desgaste de neumáticos que los rivales no son las únicas armas que la escudería más prestigiosa del mundo debe dar a Alonso para convertirse en tricampeón mundial. No puede decirse a posteriori que si Alonso hubiera seguido la táctica de Button habría sido campeón porque eso no tiene valor, es más efectivo valorar el grandísimo trabajo de Alonso y trabajar a fin de dotarle de una varita mágica capaz de conseguir que el asturiano nos devuelva sus mejores trucos sobre la pista.
Felicidades a Vettel y a Red- Bull: no el mejor piloto del año pero si el mejor equipo.

Sergio

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