Hace más de dos años cuando un tal Gonzalo Higuain posaba en su humilde morada de Buenos Aires junto a una elástica blanca inmaculada que casualmente no la atravesaba con ninguna franja roja como la de su querido River. Ese era su deseo, sus plegarias fueron escuchadas por los grandes visionarios de este deporte para recalar en el templo del madridismo. Tras conseguir ese sueño el argentino consiguió despertar en la recta final de las respectivas temporadas para convertirse en el estandarte de la cofradía del clavo ardiendo y tomar parte meritoria de las dos últimas ligas blancas. Si impetu y sangre de lucha argentina contrastaba con una calidad que poco a poco se iba puliendo como el mejor de los diamantes. Remontadas espectaculares, goles en los últimos minutos y goles decisivos como el que llevo la 31 liga a la casa blanca, llenan un plamares con muchas hojas en blanco por escribir. Este año Higuain comenzó a soñar antes y consecuentemente su despertar a sido más rápido y mejor. Algo que no extraña, el 'pipa' lleva estrellando sus nudillos contra la puerta del once titular desde la pretemporada augurando de lo que es capaz. Ahora ya es titular con honores, su frescura es evidente y su estado de forma por el momento equilibra la balanza ante el momentazo del Kun o la versatilidad de un Iniesta en esatdo de gracia. Un día Valdano afirmo que el fútbol es cuestión de ciclos y no se equivoca el cambio esta en proceso y Gonzalo es el primer revolucionario, su equipo lo agradece cada vez que se mueve de puntillas por el campo. Es el jugador que hoy por hoy mece la cuna de los ataques de un Madrid que empieza sin convencer. Llegados a este momento solo queda disfrutar de un futbolísta en estado de gracia y que comienza a tapar las bocas que creian una utopía que esta joya argentina fuera el heredero del 7 del gran capitan Raúl demomento no va por mal camino, esperemos que Bern que ya ha bajado a la mina para encontrar la pepita sepa pulirla para convertirla una de las mejores del mundo, una 'pipita' de oro.
Juanfe
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